Todo comienza en un reino con un príncipe heredero soltero y necesitado de una princesa con la que casar.
Como en otros cuentos de hadas, las mujeres tiene un papel
preponderante, pero en esta ocasión son las auténticas protagonistas y
no un complemento de la obra. En este caso la reina presenta al hijo
varias candidatas y a todas las somete a una prueba para comprobar si
realmente son de sangre real. Para saber si realmente tiene la sangre
azul la madre las invita a dormir en una cama con varios colchones y bajo los cuales ha
colocado un guisante. Sólo aquellas que notan la hortaliza bajo los mullidos colchones son realmente aptas para su hijo.
Ninguna lo logra hasta que una noche aparece la única superviviente
de un naufragio (algo muy común en un pueblo marinero como el danés) que
llega al castillo empapada, agotada y tiritando. Siguiendo la tradición
hospitalaria de los castillos, la muchacha es aceptada y atendida. Después de cenar la madre manda preparar una habitación con la misma prueba del guisante.
A la mañana siguiente la muchacha aparece con grandes ojeras y
fatigada. La reina le pregunta por la cama y ella responde que tenía
algo que no la dejaba dormir y que probablemente le ha llenado la
espalda de cardenales, demostrando así ser la esposa idónea para su
hijo.
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